Glioma de bajo grado o Astrocitoma de bajo grado

Son tumores infrecuentes, de crecimiento lento, y que afectan por lo general a pacientes jóvenes.

Contenido

Descripción

Los tumores que se originan en las células gliales del cerebro se denominan “gliomas”. Se clasifican por grado, en función de su agresividad (grado I-II-III-IV). Los gliomas de bajo grado son por lo tanto tumores menos agresivos y de crecimiento lento.
Son más comunes en la población joven (adultos menores de 40 años).
Los podemos clasificar según su histopatología. Así la OMS distingue los siguientes subtipos: astrocitomas difusos grado 2, oligodendrogliomas, oligoastrocitomas, gangliogliomas, gangliocitomas, astrocitomas pilocíticos, xantoastrocitomas pleomorfos, tumores neuroepiteliales disembrioplásicos (DNT).

Causas

No se conocen causas demostradas que expliquen el desarrollo de los gliomas de bajo grado, pero si factores de riesgo, como algunas enfermedades genéticas o la exposición a radiación ionizante.

Síntomas

Muchos de los gliomas de bajo grado se diagnostican en pacientes asintomáticos, aunque por lo general, el síntoma de presentación más frecuente es la epilepsia (80% de los casos)

El resto de síntomas dependerá del tamaño y la ubicación del tumor. Así, podemos encontrar que aumente la presión intracraneal, provocando frecuentemente cefalea, náuseas y vómitos. También podemos encontrar  síntomas como pérdida de concentración, alteración de la memoria, cambios en el comportamiento o las emociones, parálisis en la cara o extremidades, pérdida de la sensibilidad, trastornos del lenguaje, afectación de las funciones neurosensoriales (vista, olfato, gusto, audición, equilibrio).

Dignóstico

El diagnóstico de los Gliomas de bajo grado se basa en la clínica y en las pruebas de imagen (fundamentalmente TAC y Resonancia Magnética).

La confirmación del diagnóstico se establecerá gracias a una biopsia tumoral.

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Tratamiento

El tratamiento de los gliomas de bajo grado resulta controvertido ya que muchos de los pacientes se encuentran asintomáticos en el momento del diagnóstico y la cirugía es el tratamiento indicado para este tipo de tumores. En estos casos se puede plantear un seguimiento clínico y radiológico por parte del Neurocirujano y diferir el tratamiento quirúrgico hasta el momento que se demuestra crecimiento tumoral o el paciente desarrolla algún tipo de síntoma.

Independientemente del tiempo de actuación, la cirugía es el tratamiento de primera línea para estos tumores, ya que el grado de resección tumoral es el único factor que ha demostrado mejorar el pronóstico de la enfermedad.

Además, los objetivos de la cirugía son varios: confirmación histológica del diagnóstico, mejoría neurológica del paciente, citorreducción del tumor para disminuir el riesgo de crecimiento y prevenir la transformación maligna del mismo.

En los pacientes donde se puede llevar a cabo una cirugía de resección radical, ésta puede ser el único tratamiento. Existen casos donde no se puede alcanzar una extirpación total de la lesión debido a la naturaleza infiltrante de estos tumores y/o a los riesgos de secuelas neurológicas. En estos casos puede estar indicado el tratamiento con radioterapia y/o quimioterapia adyuvantes.

Tras una valoración clínica por parte del Neurocirujano,  las pruebas  de neuroimagen permitirán conocer la extensión del tumor, tamaño y zonas afectadas. De este modo se establecerá una estrategia terapéutica individualizada.

En los últimos años hemos asistido a un notable progreso en cuanto al manejo de los tumores cerebrales. Las mejoras  en las técnicas microquirúrgicas y en el soporte tecnológico intraoperatorio (microscopio quirúrgico, neuronavegación, monitorización neurofisiológica) permiten llevar a cabo cirugías de mayor complejidad con mayor seguridad, optimizando el pronóstico de nuestros pacientes. El conocimiento creciente sobre la oncogénesis tumoral  desde un nivel molecular va a permitir el desarrollo de nuevas terapias específicas. El desarrollo de las terapias oncológicas (radioterapia, radiocirugía, quimioterapia) en combinación a la cirugía resulta esencial para alcanzar resultados cada vez más esperanzadores en nuestros pacientes.

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