Malformación de Arnold Chiari
La existencia de distintas opciones terapéuticas hace clave la valoración individualizada de cada caso por un especialista.
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El nervio trigémino es un nervio craneal, el quinto de los 12 pares de nervios craneales que se originan en el troncoencéfalo. Está compuesto por 3 ramas, la oftálmica, la maxilar y la mandibular. Su función principal es la de responsabilizarse de la sensibilidad de la cara.
La neuralgia del trigémino se caracteriza por un dolor facial intenso, invalidante, similar a un calambrazo eléctrico, debido a la afectación de una o varias de las ramas del nervio.
En un 70% de los casos se diagnostica en población mayor de 50 años.
Hablamos de neuralgia idiopática cuando la causa es desconocida.
En numerosas ocasiones encontramos un vaso sanguíneo, arteria o vena, que ejerce una compresión del nervio trigémino cuando éste sale del troncoencéfalo.
Con menor frecuencia la compresión del nervio es segundaria a un tumor.
Enfermos de esclerosis múltiple pueden presentar la misma sintomatología como consecuencia de la desmielinización del nervio.
El síntoma que define la enfermedad es un dolor facial de aparición brusca e intensa, lancinante, semejante a un calambrazo eléctrico. El dolor se localiza alrededor del ojo, la mejilla y la parte baja de la cara (en función de la rama del nervio afectada) y por lo general compromete un solo lado de la cara.
Es característico encontrar un desencadenante que despierte el dolor, como cepillarse los dientes, masticar, beber, afeitarse o lavarse la cara (se produce una reacción de hipersensibilidad del nervio).
Los pacientes pueden padecer estos síntomas en forma de ataques, que pueden repetirse varias veces a lo largo del día e incluso persistir durante semanas. Del mismo modo, pueden desaparecer durante meses o años y volver a aparecer sin causa aparente. En función de la intensidad de la neuralgia algunos pacientes pueden notar una sensación de hormigueo o entumecimiento.
El diagnóstico de la neuralgia del trigémino es clínico, basado en la descripción de los síntomas que narra cada paciente. El Neurocirujano deberá analizar el episodio doloroso (tipo, intensidad y localización del dolor) y tratar de establecer un desencadenante del ataque.
La Resonancia magnética se utiliza para descartar otras patologías intracraneales que puedan afectar al nervio trigémino de forma segundaria (esclerosis múltiple, malformaciones vasculares, tumores), y para averiguar si existe una arteria o vena que esté ejerciendo una compresión sobre el nervio.
El tratamiento de la neuralgia del trigémino se basa en dos pilares, el tratamiento farmacológico y el quirúrgico.
En todos los casos se debe comenzar con el tratamiento farmacológico. El fármaco de primera línea para combatir la neuralgia es la Carbamazepina. Ésta trata de frenar la excitabilidad nerviosa reduciendo el dolor y la frecuencia de los ataques. También se pueden asociar otros fármacos (gabapentina, amitriptilina…) según necesidad para cada caso. Los fármacos se deben iniciar a dosis bajas e ir aumentando gradualmente hasta conseguir el equilibrio óptimo para cada paciente (el mejor control del dolor con los mínimos efectos secundarios).
En una minoría de pacientes la neuralgia es refractaria al tratamiento farmacológico. Existen dos tipos de técnica quirúrgica para la neuralgia del trigémino:
Las técnicas percutáneas se basan en la destrucción selectiva del ganglio del nervio, ya sea por inyección de glicerol, por radiofrecuencia o por compresión con balón. También se puede alcanzar el mismo objetivo gracias a la radiocirugía.
La descompresión microvascular es el tratamiento quirúrgico de primera línea ya que es el que ofrece mejores resultados. También es el más agresivo ya que implica someter al paciente a una cirugía craneal. Consiste en separar del nervio la vena o arteria que lo está presionando. Este tratamiento es el más efectivo y el que ha demostrado ser más duradero para aliviar el dolor, sin causar lesión en el nervio.
La existencia de distintas opciones terapéuticas hace clave la valoración individualizada de cada caso por un especialista.
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El dolor lumbar es uno de los síntomas más frecuentes en el ser humano y constituye por tanto uno de los motivos de consulta más frecuentes.
Es importante diferenciar los quistes pineales de los tumores pineales.
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La mayoría no provoca síntomas y no requiere tratamiento.
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