Hematoma Subdural

Los fármacos antiagregantes y anticoagulantes favorecen el desarrollo de esta patología.

Contenido

Descripción

Es una acumulación de sangre en el espacio subdural. Este espacio se localiza entre dos de las cubiertas del cerebro, la duramadre y la aracnoides. Entre ambas capas meníngeas existen comunicaciones venosas que se pueden romper tras un traumatismo y provocar un sangrado. Este sangrado condiciona una compresión sobre el tejido cerebral subyacente.
Según el tiempo de evolución, nos podemos encontrar hematomas subdurales agudos o crónicos. Esta diferenciación es muy importante, ya que el manejo y pronóstico varía mucho ente ambos tipos.

Causas

Con frecuencia, el hematoma subdural es consecuencia de un traumatismo craneoencefálico.
Cuando el traumatismo es grave y el hematoma se produce de forma inmediata se denomina hematoma subdural agudo. Este acúmulo rápido de sangre comprime el tejido cerebral subyacente ocasionando a menudo lesión cerebral o incluso la muerte.
Si el hematoma se presenta tras un traumatismo menor, especialmente en personas de edad avanzada, puede pasar inadvertido durante muchos días o semanas. En ese caso se denomina hematoma subdural crónico. En las personas de edad avanzada, las venas que cruzan ambas capas meníngeas están estiradas debido a la atrofia cerebral y se lesionan más fácilmente. Tal es así que en ocasiones se presentan hematomas crónicos sin un claro antecedente traumático.

Síntomas

Dependen principalmente del área cerebral comprometida. Entre los síntomas de presentación se incluyen:

  • Desorientación
  • Tendencia al adormecimiento o poca respuesta a estímulos
  • Lenguaje confuso
  • Alteración del equilibrio o la marcha
  • Dolor de cabeza
  • Náuseas y vómitos
  • Crisis epilépticas
  • Debilidad o alteración sensitiva de extremidades

Dignóstico

El TAC craneal o la Resonancia Magnética (RM cerebral) son las pruebas de elección para el diagnóstico de un hematoma subdural.

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Tratamiento

La opción terapéutica debe ser individualizada para cada paciente y en cada momento, teniendo en cuenta su situación clínica, el tamaño y el tiempo de evolución que presenta el hematoma.

Si el paciente muestra escasa clínica neurológica en las exploración o el hematoma es de pequeño tamaño, se puede optar por un manejo conservador, evitando la opción quirúrgica. En este caso, el propio paciente será el que se encargue de reabsorber el hematoma, igual que ocurre con cualquier hematoma en otra parte del cuerpo.

Por el contrario, si el paciente presenta alteración neurológica significativa o el hematoma es de gran tamaño, habrá que optar por la evacuación del mismo mediante cirugía. Si el hematoma es agudo, se comporta como un coágulo sólido, por lo que es necesario plantear una técnica quirúrgica agresiva, consistente en elevar una isla de hueso craneal grande que permite evacuar con seguridad el coagulo. Este procedimiento se llama craneotomía. En cambio, si el hematoma es crónico, se comporta como un líquido. Esto permite eliminarlo mediante dos pequeños agujeros en la bóveda craneal llamados trépanos. Se trata de un procedimiento menos agresivo y con menos complicaciones, ideal para pacientes de edad avanzada.

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